viernes, 17 de agosto de 2012

Destino incierto




                Solíamos estar toda la semana hablando del fin de semana. No sólo usábamos los recreos del colegio para conversar, sino que hasta las horas de clases eran invadidas por nuestras historias, algunas que imaginábamos podían suceder y otras que arrastrábamos exprimiéndole cada detalle. Cómo suelen hacer la mayoría de las adolescentes enamoradizas, jurando amor eterno a quién no nos daba ni la hora, e inventando el momento perfecto para el próximo viernes.
El boliche que estaba de moda, y en el que fuimos a bailar ese viernes estaba en Serodino, hacía pocas semanas que había abierto y por consiguiente debíamos conocer. El ritual de preparativos fue el mismo de cada noche de salidas: esa tarde nos juntamos todas en la casa de una de las chicas, tumbamos el ropero para quedar todas conformes, nos pintamos las uñas, y algunas ya empezaban a plancharse el pelo. Nos llevaba toda la tarde pensar qué ponernos y qué decir cuando encontremos al chico que nos gusta.
Salimos a las dos de la mañana con un remis. Recuerdo que en esa salida en particular mi mamá había estado dándome un discurso de seguridad vial antes de salir de casa. Claro que nada podía pasarme, o por lo menos eso creía, éramos invencibles: salvo al amor. Con precaución el remisero nos llevó hasta Serodino, nos dejó en la esquina del bar, y fuimos bajando una a una. Nos acomodamos la ropa y comenzamos a caminar.
Abrimos la puerta del bar con toda la aureola de energía que traíamos. Miramos rápidamente donde estaba nuestro objetivo y nos sentamos en una mesa al rincón derecho del bar. El ambiente estaba colmado de humo, las luces tenues hacían que se note aún más, había un conjunto de mesas y sillas de madera distribuidas por todo el salón dejando un hueco en el centro. La barra estaba limitada por una tabla de madera y botellas de distintas bebidas, las copas estaban colgadas. La música comenzaba a aumentar su volumen. De a poco más gente entraba, de a grupos, de a pares.
La hora avanzaba, y la música cambió de ritmo, el DJ propuso que bailemos y nosotras le dimos el gusto. Esa noche estaba mi hermano con cinco amigos mirando cada detalle que hacíamos desde la barra. Algunas de mis amigas fueron invitadas a bailar y la noche estaba tal como la habíamos esperado. Mientras nosotros disfrutábamos de habernos encontrado afuera comenzaban a caer algunas gotas.
Una de mis amigas miraba la puerta de ingreso casi desesperada. No valía la pena bailar con quien no tenía ganas, pensaba. Era inevitable esperar. Pero, la tan ansiada visita llegó. Tan rebelde como siempre. Jeans, camisa que resaltaba sus ojos azules, y una onda desprolija que lo describía a la perfección. Eran cuatro amigos con él. Su sonrisa delató el arribo.
Aquello que uno suele llamar discreción, esa noche no valía. Estaba decidida a decirle todo lo que había planeado. Estaba cansada de mirarlo en los recreos y soñar con que le podía decir algo. Lo chocaba para escuchar su voz, lo seguía para ver a donde iba, con quien hablaba, nos hacía caminar horas para cruzarlo. Todas la habíamos “pinchado” para que ella dé el primer paso, aunque sea sacarlo a bailar, ese que él parecía no estar dispuesto a dar.
Ese día no era el indicado y ya no hubo otra oportunidad. Él salió al poco tiempo de haber llegado, no se lo veía a gusto, estaba cansado. Esa fue la última vez que lo vio. Uno de sus amigos, que estaba festejando su cumpleaños y quien los había impulsado a ir trataba de alentarlos a que se queden, pero sólo convenció a uno, los otros tres decidieron volver. El camino estaba húmedo por las gotas que cayeron. La ruta es conocida como una de las más peligrosas en la zona por los baches que hacía años tenía y nunca se terminaban de reparar. Y aunque nunca levantaron velocidad en su regreso, encontraron un camión en el camino, frenado absolutamente atravesando un pozo. Lo vieron muy cerca. No llegaron a frenar. Los tres ocupantes del vehículo murieron en el acto.
Sin respuestas y pensando en el destino o la fatalidad que debía suceder, esa noche no fue una más. La noticia llegó al bar a los minutos del accidente. Algunos fueron hasta el lugar, pero nada se podía hacer. Nosotras sólo atinamos a abrazar con fuerza a quién había perdido a su amor. Entre lágrimas y desorientadas llamamos al remis para volver a casa. Pasamos al lado de aquel auto retorcido, como si fuese una botella de plástico. No nos acercamos, sólo seguimos la marcha, despacio, sin decir nada.
A cinco años de aquel fatal accidente todavía la Ruta Provincial 91 conserva sus baches, aumentados en su tamaño por el trasporte de carga y la lluvia. La última inundación contribuyó a que se acentuaran todas las grietas. Las manifestaciones de los habitantes sobre todo de Serodino, que es el principal camino que lleva hacia su ingreso, fueron continuas. A veces se silenciaban, y volvían a nacer. La comuna decidió en varias ocasiones tapar los baches con fondos propios, pero se hizo insostenible a lo largo del tiempo. Además, el continuo uso determina que es imposible arreglarla con algunos parches y es necesaria su reconstrucción. 
La presidente comunal de Serodino, Mónica Stumpo, lleva adelante una larga lucha representando a su electorado ante Vialidad Provincial, exigiendo una pronta solución. Solución que todavía pese a que hubo avances no llegó. La última licitación que abarca el asfalto entre La Ribera y Serodino, se llevó a cabo a fines de 2011, según el boletín oficial recibe el nombre de 28/2011. Aunque fue un avance trascendente la llegada de una licitación y hubo cuatro oferentes  los presupuestos de las empresas excedieron los números destinados por la provincia para la realización. La buena noticia es que la licitación no se cayó por diferencias en el presupuesto sino que se mantiene hasta llegar a un acuerdo, por lo menos por un tiempo.
El senador por el Departamento Iriondo, Hugo Rassetto, quién representa a la mayoría de los habitantes que transitan diariamente por la ruta 91 ya que recorre todo el departamento, está siguiendo de cerca lo que sucede a nivel provincia con la licitación. Y entiende que “Es uno de los principales problemas que presenta el departamento el estado desastroso de la ruta”. El dato importante es  que hay un acuerdo entre la oferta de U.T.E. integrada por Edeca S.A. y Obring S.A., quienes presupuestaron 77.507.058 pesos y es el más cercano al monto que se dispuso para la realización de la obra que es de 56.500.000 pesos. El trato consistiría en no dejar caer la licitación; por un lado la empresa reduciría el monto y por otro la provincia elevaría el sugerido. La incertidumbre surge al pensar por cuánto tiempo este acuerdo seguirá vigente teniendo en cuenta las preferencias de la inversión pública y la inflación.
Tal como lo describe el SenadorRassetto no hay manera que la comuna pueda afrontar los gatos que implica el arreglo constante del asfalto. Los números anuales de la administración de una pequeña localidad no alcanzan aunque esté la intención de resolverlo.  La jurisdicción tiene un roll fundamental en la determinación de las obligaciones, en esta ocasión es una ruta provincial por lo que está nucleada dentro de Vialidad Provincial. También hay que destacar que la provincia no está pasando un momento económico que le permita destinar dinero a obras públicas por lo que esa obligación queda postergada por otras más urgentes.
Sin avances de la licitación dediciembre de 2012 los directivos de la Comuna de Serodino, encabezado por Mónica Stumpo, realizaron una intimación a Vialidad Provincial exigiéndole que “proceda a reparar de forma integral y definitiva la Ruta Provincial 91”. Argumentando, además, que “El estado actual de la misma tanto para habitantes de la comuna como para terceros constituye un serio riesgo de vida, por lo que se deslinda todo tipo de responsabilidades ante cualquier accidente que pudiera ocurrir”. De este modo y con firma de Stumpo se notifica la urgente necesidad de acción.
Los vecinos de Serodino indignados por el estado deplorable de la ruta decidieron crear un lugar común de seguimiento de las actividades. A través de las redes sociales generaron un foro de quejas y documentación que mantiene activa la crítica. De este modo nació un grupo abierto en Facebook con el nombre de “Hartos de transitar por la ruta 91”. Las autoridades comunales conocen lo que se discute en las redes sociales y son parte a través del Facebook que informa las noticias locales. Videos, fotos y anécdotas son las publicaciones más frecuentes.
   Una de las preguntas dentro del grupo de Facebook deja abierto el interrogante que quizás en algún momento tenga respuesta. Demuestra  la indignación de tanto tiempo de lucha sin ninguna contestación tangible. “Pregunto: si llueve como aparenta, ¿qué va a pasar con los "nuevos" pozos de la 91? ¿Quién se va a hacer responsable si hay una accidente fatal?”.